Las organizaciones realizan en muchas ocasiones procesos de selección muy costosos que no siempre llegan a buen puerto. Hay estudios que indican que sólo se acierta 1 de cada 3 veces en la contratación de directivos. Especialmente, en la selección de puestos de liderazgo, una mala decisión en la selección del candidato, puede tener consecuencias devastadoras para la organización. No sólo por el capital invertido en el proceso de selección, sino por el impacto en el rendimiento del equipo.
La Inteligencia Emocional es el mayor pronosticador de un rendimiento superior en los puestos de dirección.
¿Qué falla?
Tradicionalmente los criterios que suelen utilizarse para la selección son el coeficiente intelectual y la experiencia. Sin embargo, se deja a un lado el nivel de Inteligencia Emocional, a pesar de ser éste un criterio predictor de éxito mayor que los anteriores. Un directivo con Inteligencia Emocional es capaz de gestionar sus propias emociones y las de su equipo; sabe sacar lo mejor de sus colaboradores y se adapta mejor a los cambios y a las presiones del entorno.
Si en el caso de la figura del líder, el 85% de las competencias son emocionales.
¿Porqué no se miden durante el proceso de selección?
Muchas veces por desconocimiento o porque no se dispone de los recursos para diseñar un proceso de selección que nos proporcione esta información sobre el candidato.
¿De qué manera podemos asegurarnos de que el candidato seleccionado tiene las competencias emocionales que se requieren para el puesto? Clica en este artículo para el que hemos colaborado con el portal www.capitalhumano.com en Colombia.